Esto es lo que necesitamos, un día de sol, una tibieza constante, una relación con futuro para nuestros huesos. Soy yo, el poeta, el poeta proxeneta -como me llamó un amigo del gremio- el poeta de la jeta, el de la teta y el pirulín, el que no tiene sentido y escribe absurdidades ontológicas, el solitario danzarín, el idiota que no quiso escribir por encargo, el que se follaría generaciones de mujeres hasta los catorce años, sólo por hacer algo y no comprender el mundo, el inadaptado, el rebelde y revelado, el del futuro estrellado -como los huevos fritos de la mañana- el del corazón en vilo, el de los vinilos de Agustín Irusta, el de, el de, el de tantas cosas ; soy yo, ¿aún me reconoces? Sí, soy tu amigo. Necesitamos un día sol...
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Esto es lo que necesitamos, un día de sol, una tibieza constante, una relación con futuro para nuestros huesos. Soy yo, el poeta, el poeta proxeneta -como me llamó un amigo del gremio- el poeta de la jeta, el de la teta y el pirulín, el que no tiene sentido y escribe absurdidades ontológicas, el solitario danzarín, el idiota que no quiso escribir por encargo, el que se follaría generaciones de mujeres hasta los catorce años, sólo por hacer algo y no comprender el mundo, el inadaptado, el rebelde y revelado, el del futuro estrellado -como los huevos fritos de la mañana- el del corazón en vilo, el de los vinilos de Agustín Irusta, el de, el de, el de tantas cosas ; soy yo, ¿aún me reconoces? Sí, soy tu amigo. Necesitamos un día sol...
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